Martes 3 de Febrero
El martes, estuve afuera como hasta las doce de la noche. Me imagino que fui a ver a Verónica y al regreso me quede platicando con mi amiga morenita en la esquina de mi cuadra, era el principio de la semana, y por eso, fue fácil encontrar un silencio total en la casa cuando regrese.
Todos estaban durmiendo
Entre sin hacer ruido, lo menos que quería era despertar a mi mama, porque mi papa estaba en un seminario en el distrito federal de México.
En febrero de 1976, tendría pocos días de haber empezado la universidad. En esta noche en particular me imagino que estaba preocupado, por al otro día, mi amigo Andrés Ramos pasaría bien temprano por mí, para ir a la San Carlos.
Miércoles entre 1 y 3 de la madrugada
Recuerdo que en esta noche en particular, no podía dormir por esos desvelos de enamorado. Y en esa rutina de pensamientos estaba, cuando empecé a escuchar un ruido como las olas del mar. Qué raro me dije, por que el mar esta tan lejos.. Lo otro que pensé, es, ¿me dormí, o no me dormí?, ¿Este es un sueño?. ¿Oh es una realidad?.
Pero cuando el ruido empezó a aproximarse, venía acompañado con el rugir de los vidrios, y un espíritu de desolación inexplicable. Por instinto de conservación brinque de mi cama. A esa edad yo era atlético pero sumamente delgado, y antes que se cerraran las puertas pase por el corredor donde había una cómoda con libros, y en cuestión de segundos estaba afuera de la casa. (Me sorprendió no sentir el frío de la noche)
Pasaron los minutos. Cuando eran como 10, me empecé a preocupar, ademas el frio que hizo su presencia. No salía nadie de mi hogar, ni del vecindario. Al rato empezaron a aparecer todos asustados. Las puertas de los cuartos se habían cerrado. La cómoda del corredor se había caído, y había vidrios tirados en el piso por donde quiera. Era un verdadero peligro para cualquiera que caminara por ahí.
Yo guarde silencio total de esta experiencia. Jamás la había podido compartir. Por mucho tiempo pensé, que si la casa hubiera colapsado, yo hubiera sido el único sobreviviente, y no era una idea agradable de procesar.
Es que contarla, también hubiera tenido sus consecuencias, entre ellas dar detalles del porque estaba despierto, y que habían sucedido en aquella noche de desvelo en particular.




