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Doña Viole

Una pequeña reseña de mis últimas aventuras con mi amada madre.

 

 

Mi relación con ella

Escrito & Ilustrado por Billy A. Rodríguez | Fecha:Nov 2014|
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Bendiciones del  Sacerdocio

Tuve la bendición de que experiencias como estas, en el papel en blanco que era mi alma, mi madre escribió los máximos tesoros que me han acompañado toda mi vida.

Uno de ellos fue la “fe” de llamar a los misioneros cuando estábamos enfermos.

Luego de recibir bendiciones de salud, recuerdo el cambio inmediato para ser sanados.

Sin la “fe” adecuada de mi madre, creo que estas cosas no las hubiera experimentado a una temprana edad.


Mama Violeta

Ya cuando yo me integre a la familia, había tantas personas que al dirigirse a ella, le decían “mama Violeta”. 

Yo cuestione en mi corazón mucho de esto..  ¿A caso yo no puedo tener una mama para mí?.  Sufrí de celos cuando fui niño.  Ahora que lo puedo entender, su corazón y sus manos de amor eran extensos para alcanzar a muchos,  mas, además  de sus 8 hijos.

(Ella todavía cultivo las cualidades de su abuelita Amelia, porque muchos de mis primos y mis parientes fueron huérfanos, y era muy común que la familia se apoyara en este sentido)


Caridad

De niño uno es un tanto distraído, especialmente cuando hay mucho para jugar.  Muchas veces, antes de dormir, quise ir al baño, y que frustración era no poder.  En mi temprana edad, yo no comprendía a mi madre..  ¿A caso a ella no le importaba nuestra privacidad?.  ¿A caso ella, no nos tomaba en cuenta para saber, que hacer o que no hacer en el hogar?  Porque el corredor de la casa estaba lleno de gente, comerciantes que le pedían posada, y ella con su buen corazón les abría las puertas de la casa.

Ahora mis deseos son otros..  Llegar a tener más caridad en mi corazón, sentir las necesidades de los demás, para extender una mano, y poder ayudar, son parte de mis desafios.


Oración y Ayuno

También soy un testigo del efecto que puede hacer la oración, y el ayuno, especialmente cuando viene del sacrificio y de los labios de una madre.

Mi primer año fue difícil, llegaba tarde a la escuela, mas los problemas de aprendizaje pusieron en aprietos a mi maestra y en especial a mi madre.  No sé por qué razón desperté el amor de mi maestra.  
Me quede muchas tardes con ella, para aprender a leer, bajo clases individuales.  Así, me pude poner al día.

Aun tengo grabado en mi me memoria, el examen final del primer grado.  Doña Viole me hablo antes de partir a  mis exámenes finales.    Me dijo, estoy orando y ayunando por ti, espero que todo te vaya bien.

Y así fue, sentí el poder de Dios refrescando mi mente, identificando cada pregunta, y dándole su correcta respuesta.  Ese año se lo debo al cariño de mi maestra, y la preocupación y cuidado y la fe en Dios de mi madre.

Servicio

Cuando tendría unos siete años de edad, nos trasladamos a Quetzaltenango.   Ahí, mi madre recibió el llamamiento de la Presidenta de la Sociedad de Socorro del distrito de Xela.  Recuerdo la infraestructura del país.  Yo la acompañaba cuando visitaba las ramas de Huehuetenango, Totonicapán, Retalhuleu, San Marcos, y las carreteras para esos lugares aun no estaban asfaltadas.  El olor del petróleo cuando estaban asfaltando esos lugares, quedo en mi memoria para siempre.

Eran viajes largos, requerían muchas horas.  Quizás ahí aprendí a ser más desesperado. 

Yo de niño no le encontraba sentido a aquellos viajes tediosos.  Yo era el mensajero.  Mi madre hacia que pararan el bus, para que yo les avisara a las hermanas de que ella se encontraba en el lugar. 

Luego se reunía con ellas, y hacíamos la travesía de regreso, muchas veces nos entraba la noche en la carretera.   

Era insignificante, lo que podíamos hacer, sin embargo todos esos lugares ahora, están poblados de barrios y estacas.


Confidencialidad

A los once años en los exámenes físicos del Hall me detectaron algo.  Aun hasta el día de hoy, no se que fue.  Los secretos se los llevo mi madre consigo. 

De seguro que no era nada bueno, porque  puse en aprietos a mis padres, en especial a mi mama.

Tuvimos que viajar a la Ciudad Capital, me ordenaron  hacer  exámenes minuciosos.  Hasta la fecha no sé si fue error, porque no me encontraron nada.  Lo más probable fue el ejercicio de “Fe” de una madre afligida y angustiada rogándole a Dios por su hijo.

El viaje también me trajo otros beneficios.  Con mis  ahorros pude comprar mi primera raqueta de pin pon con la que mejore mis habilidades.