© Los relatos, ilustraciones, diseños, fotos, pertenecen a Billy A. Rodríguez L. No se pueden usar sin su consentimiento.

 

 

billyto.com

Junio 1
Si desea ver la presentación en su pantalla completa, utilize los menus emergentes

Draper

Estos eran los planes, viajar por tren hasta Draper, para luego regresar por las montañas.  La estación de Draper es tan nueva, que la salida que elegí moría ahí cerca.   Lo bonito de la bicicleta, es que si no hay camino, uno se lo inventa.

Me atravesé un puente tapado y sin asfaltar para salir al vecindario de enfrente.  Luego de eso tome una calle que me regreso por las montañas hasta Provo sin muchas complicaciones.

Tal vez recorrí unas tres millas de terreno plano.   Yo esperaba que fueran un poco más, para poder acondicionar mis músculos.  Tal cosa no sucedió, las cuestas aparecieron inmediatamente.

Empecé a escalar cada cuesta y curva que se me presento, hasta el punto que llegue a una vuelta donde se puede apreciar parte del valle de Lago Salado.  Me baje, tome algunas fotos, me estire un poquito,  pero note que mi pierna izquierda estaba temblando. "Tranquila, que sin ti no salimos de esta, lo único que podre hacer por ti, es hidratarme mejor", me dije.

Las cuestas continuaron, estas las mira uno interminables, pero el ánimo empezó a llegar.  Había más ciclistas como nunca había visto.  Chavas, Chavos, Señores,  Señoras, de todo, un poquito y revuelto..

Al fin llegue al punto donde “el le dijo a ella”, el pie de una intimidante curva para arriba que se pierde en el horizonte.   Es tan imponente, que algunos ciclistas se regresan desde aqui. Yo no tenía tal opción, yo tenía que enfrentarla.   Me pare a contemplarla, tome lo más que pude de gatorate.

Para ese entonces pasaron dos ciclistas.  Calcule la distancia de otro grupo que venía atrás, y empecé la mentada cuesta. 

Quizás llevaba un 25% cuando me alcanzo el tercero. " Para competencias, estoy, me dije.. pasa.. anda tranquilo.. que Dios te bendiga.." 

Pero la gasolina se le termino como a 10 metros enfrente de mí.  Y ahí enfrente de el, con un poco de abuso para mis piernas, empecé a pararme.  Unas 80 pedaladas parado, y otras 80 sentado, y lo repetí no se cuantas veces..

 

"De aquí tenemos que salir, y a quien le toca su turno es a los brazos", me dije. Cuando uno se para deja caer todo el peso sobre ellos.

Puede usar las flechas, o tambíen puede agrandar la panorámica presionando la flecha superior derecha emergente.

Al fin salí de esta.. Lo que me sorprendió, y de lo que no me percate, es que atrás de mí venían unos 10 ciclistas.  Creo que nadie aguanto mi estrategia, porque la distancia era prudencial.

Lo lindo de viajes como estos, es que uno convive con diferentes culturas.   El Ciclista de Salt Lake es más sonriente, más comunicativo, más amable.    En el grupo que venía atrás de mi, pasaron algunas señoras que me dijeron..  Nos mataste ahí, ya te falta poco, no te quedes.. (Yo queria tomar algunas fotos) 

En la cúspide de esta montaña se juntan los ciclistas de ambos lados.   Los de Salt Lake llegan hasta aquí, y se regresan.  Lo mismo hacen los del Utah County.

Del otro lado me esperaba  un descenso precipitoso y un viaje largo.

No tenía planes de pasar por el Templo de Timpanogos, pero se me apareció, y fue una bonita sorpresa.

El descenso es tan peligroso, que no le da a uno tiempo para tener miedo.   Pero ya en el plan vienen los máximos desafíos, empieza la transitada por calles angostas y peligrosas.   No hay descuido para el cansancio.

 

Un recorrido de 34 millas (60 kilometros), de los 4430 pies, hasta los 5900 pies de altura.

Seleccione

Deje sus comentarios

Ciclismo 2013