Instituto Adolfo V. Hall de Occidente
El año pasado, esta institución celebró sus 50 años de existencia. Nosotros fuimos de la septima.
Instituto Adolfo V. Hall de OccidenteEl año pasado, esta institución celebró sus 50 años de existencia. Nosotros fuimos de la septima.
Héctor Alejandro de León López, alias “Calandria”. (Es otro nombre que le dan al cenzontle, un pajarito nativo de América Central)
No solo fue mi compañero del Hall, sino que también tenemos nexos familiares. Veré si los puedo explicar. La abuelita de Héctor Alejandro, se llamaba Eneida, y era prima hermana de Amelia, abuelita de mi madre, por el lado de los López. Don Héctor, abuelito de Héctor Alejandro, también era hermano de Dagoberto, primo hermano de mi papa. ¿Qué espagueti, no?
Pero lo que sí es relativamente fácil de describir, es el gran amor y cariño de los calandrias para mi familia. El Padrino Alejandro, (El que fue Alcalde y dono el terreno del Hall) fue tan cariñoso con nosotros, que jamás dudamos de su verdadero afecto y amor. Y el sentimiento es reciproco de todos nosotros para con ellos.
Al final del primer año, del Hall, Héctor Alejandro, Tito Reina, Rufino y yo, decidimos pasar algunos días de nuestras vacaciones en la finca Merceditas.
Pobre Héctor Alejandro. Hicimos algunas travesuras de las buenas, que el término pagando los platos rotos. Una de tantas de ellas fue tratar de sacar el Jeep para bajar a San Rafael.
Como a las once, los cuatro patojos fregados, estábamos empujando el Jeep, pero arrancarlo a lo lejos de la casa de la finca, pero el mentado, Jeep nunca arranco. Los cuatro empezamos a ser terribles.
El siguiente año, para el 15 de septiembre, nos quedamos en Xela, en la casa de mis padres, y toda esa semana fue de desvelos, y parrandas fuera de lo normal.
Ya el Padrino partió, pero eso no desvanece el deseo de volverlo a ver, y darle un fuerte abrazo y pedirle perdón por nuestras insolencias.