Instituto Adolfo V. Hall de Occidente

Image 01Hace 50 años fuimos aceptados como Caballeros Alumnos del Instituto Adolfo V. Hall de Occidente. Somos de la gloriosa séptima promoción. Mientras fuimos estudiantes, hubo una aparente estabilidad política y social en el país. Ya luego entramos en una guerra de 34 años. Entre nuestros más dolorosos recuerdos estan nuestros amigos y compañeros que perdieron la vida.

Reconocemos que la amistad es nuestra herencia de aquellos años. La cual tambien cultivamos con algunos de nuestros oficiales, a los que les guardamos mucho respeto y cariño.

Somos una promoción privilegiada. El padre de Héctor Alejandro mi pariente y compañero, era el alcalde de nuestra ciudad, y por su gestión, esta institución fue establecida en nuestro bello departamento. 

(Son relatos personales, no pretende ser un registro oficial de mi promoción)

Rómulo Escobar

Recuerdos de nuestra vida como estudiantes

Escrito & Ilustrado por Billy A. Rodríguez | Fecha:Febrero 2015 |

Los amigos son compañeros de viaje que nos ayudan a avanzar por el camino de una vida más feliz"
 
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Nuestra niñez en Quetzaltenango

Rómulo Aníbal Escobar Gomez, es originario de Xela. Creció con su abuelito, el director del INVO.   Es uno de los pocos, con quien yo puedo hablar de cosas infantiles.

Fuimos al mismo establecimiento cuando viví ahí.  Con el puedo hablar de las catacumbas, de King Kong, (así le decíamos al director del establecimiento), de los maestros traideros, que preferían dedicarle tiempo al romance, que darnos clases. (En el sexto grado, si nuestro profesor nos dio tres clases,  fue mucho.)

Lo poco que aprendimos fue de los maestros que hacían sus prácticas, y que llegaban del INVO.  Problemas como este, en el Hall lo pagamos carísimo, por la falta de preparación con que llegamos.

 

 

 

Las catacumbas

Image 01Vivimos de todo en ese establecimiento donde cursamos nuestra primaria.  El edificio, perteneció a algún convento católico del tiempo de las colonias.  Y su infraestructura aun contaba con sótanos y pasadizos secretos, que nosotros les dábamos el nombre de catacumbas.  El piso era de tierra, por lo que se prestaba para jugar canicas, trompo, y otros juegos infantiles en el tiempo del recreo.

El lugar, como todos los de esa época colonial, las aulas rodeaban un gran patio,  y para tener acceso  habían gradas del lado sur y del lado norte. Era un patio inmenso, donde fácilmente cabían los juegos de todos los niños del plantel.  Lo interesante es que en los juegos cruzados, nadie se confundía. Disciplina que no se puede aprender en ninguna otra parte del mundo.

Nuestras clases muchas veces estaban en el centro. Usar las gradas era tedioso.  Lo que hacíamos muchos niños es que nos dejábamos colgar del dintel, para bajar.  Y muchas veces hacíamos la contrario para regresar.  Corríamos y nos  apoyábamos con un pie en la pared, esperando alcanzar con nuestras manos el dintel, y luego subir a pura fuerza.

Sobrevivimos las épocas de frió.  Xela amanecía congelada, en aquel tiempo.

 

Curso de preparación para el Hall

Al terminar nuestra primaria todo cambio, porque Rómulo, Alexis, Rufino y yo nos inscribimos para el curso de preparación para ingresar al Hall, con un costo alto, porque nuestras primeras vacaciones fueron asaltadas.

Con Rómulo, teníamos apenas 11 años cuando ingresamos al Hall. Recuerdo que con mi familia viajamos de Xela a Santa Ana el Salvador a una convención, y parte de la ropa con la que yo chilerie, mi amigo Rómulo me la presto.

Cuando él se graduó del Hall, se traslado a la capital. Hasta hace poco me entere que llego a ser súper amigo de Tono, mi vecino de enfrente de mi casa en Jardines de la Asunción. Las coincidencias de la vida, porque para esa época yo salí de mi casa por dos años para el Salvador.

El año antepasado nos volvimos a encontrar, platicamos, reímos, recordando cada aventura.  Sin lugar a dudas que Rómulo es uno de mis mejores amigos con los que me he cruzado en esta tierra.