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Sentirás siempre

su mano poderosa

Muchos recibimos promesas y bendiciones de Dios cuando somos jóvenes, entre algunas de ellas, yo recibí la siguiente: “Sentirás siempre Su mano poderosa salvándote”. A continuación les presento algunas experiencias sobre estas promesas.

Misión el Salvador, San Salvador - Lourdes

Escrito & Ilustrado por Billy A. Rodríguez | Fecha:Octubre 2015|
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Una de mis aéreas a la que fui asignado en San Salvador fue San Marcos. Llegue ahí como el compañero menor de los Líderes de Zona.

El área era alargada, y para ir y venir de nuestro hogar, deberíamos de pasar por un entronque de cuatro esquinas. El trafico de autos y autobuses, los transeúntes, todos estaban obligados a pasar por ese estratégico lugar si querían ir de un lado para el otro. (No existía otra alternativa)

En la noche, era un lugar perfecto para los ladrones. Si asaltaban un autobús, podían huir fácilmente, al igual que si lo hacían a pie. Y nosotros después de trabajar, obligados teníamos que enfrentar aquel lugar con sus respectivos mal habidos.

No fue muy difícil para mí formarme una idea de aquel lugar peligroso.

Siempre llevaba una oración en mi alma, pero además de eso, me conseguí una piedra del tamaño de la palma de mi mano. (Por si acaso.) Sería, a lo único, a lo que tendría acceso si nos llegara a suceder algo.

Y la oportunidad de usar mi recurso al ratito se presento. Recuerdo ver anticipada la estrategia que nos tenían preparada.

Un sujeto se atravesaría la calle, y me empujaría a mí, para que otro que estaba parado en una grada más alta pudiera encargarse de mi compañero.

Me pareció una jugada de basquetbol. Yo había jugado y entrenado los últimos años antes de salir de la misión, y creo que fue clave para que Dios me pudiera brindar anticipadamente al daño al que nos estaban conduciendo.

Y así sucedió, el sujeto al otro lado de la calle empezó a atravesarla sincronizadamente para formar una intersección con el otro que estaba en la grada.

Primero error, porque llego por mi lado izquierdo.. Y solo intento subir la acera y lo regrese con toda mi fuerza poniéndole la piedra en su pecho, suficiente para que no se le ocurriera volver. (No creo que se haya percatado con que fue que le pegue)

Y cuando pasamos enfrente del otro que estaba en la grada más alta, de la entrada de la puerta, lo señale con mis dedos, diciéndole se de tus intenciones.

Lo alarmante para mi, fue que mi compañero no se dio cuenta de nada, ni del sujeto que yo regrese de mi lado, ni tampoco se percato del otro tipo que estaba de su lado esperándole. Yo no quise alarmarlo, porque por ese lugar era nuestro camino diario.

A los pocos días del suceso, mi compañero recibió cambio, y recibí como compañero a un norteamericano de descendencia mexicana. Había jugado fútbol americano, era alto y más fuerte que un roble.

Estuve agradecido de la inspiración de Dios, porque juntamente con su apariencia, llego paz especialmente para caminar todos los días por esa esquina embrujada.