Ciclismo - Mis mejores aventuras

Moab

Escrito & Ilustrado por Billy A. Rodríguez | Fecha:Febrero 2015|

"Moab, en verdad es uno de los lugares más hermosos en los que he estado".
Isabelle Fuhrman
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En Guatemala, había abandonado el ciclismo, porque me habían robado la bicicleta. Reponerla hubiera requerido una buena porción del presupuesto familiar. La familia había crecido. Ni intente plantear la alternativa, porque había otras prioridades.

Cuando llegue a los Estados Unidos, me sorprendió la infraestructura para los que practicaban ciclismo. Mi hermano con su esposa andaban en esa onda. Los dos contaban con todo tipo de bicicletas. Y siendo que no siempre podían andar juntos, empezó a invitarme para hacer algunos recorridos. No sé cuantos años tendría de no subirme en un artefacto de estos, pero rápido me familiarice, porque la tecnología había avanzo, especialmente con las bicicletas de montaña.

La primera invitación fue para recorrer el Provo Canyon. Este, esta formado de varias cuestas pronunciadas, que escale sin mayores complicaciones. 

Como a las dos semanas, llego la segunda invitación. Iríamos a Moab. Yo no sabía nada del lugar, ni me tome la molestia de preguntar, simplemente se presento la oportunidad y nos fuimos.

Salimos un sábado por la mañana, y llegamos como a las nueve de la mañana. Inmediatamente nos integramos al grupo de sus amistades, compuesto en su mayoría de mujeres. (Enfermeras) Algunas se miraban bien, especialmente para un extranjero, como lo era yo.. 

Había un chavo dándoles instrucciones. Yo pensé, “si esto es pura intuición, no hay nada que enseñar, ni tampoco nada que aprender”. Y siendo la desesperación parte de mis virtudes, le indique a mi hermano, que regresaría al baño, y que al ratito me integraría de nuevo con ellos. 

Jamás me imagine, que estaba provocando, lo que sería, una de mis mayores aventuras peligrosas en el ciclismo.

Habían tantos grupos de ciclistas en el lugar, adolescentes, parejas, chavas, chavos, con diferente talento, algunos súper experimentados. Había gente de California, Arizona, Colorado, Utah, Idaho, etc. Etc.

Image 01De todos los colores y de todos los tamaños. Me sentía como que si estuviera en el puerto en plena semana santa, con excepción, que en lugar de mar, había desierto. Sin saberlo, estaba en “La Capital Internacional del Ciclismo de Montaña”.

Para tratar de participar de nuevo con el grupo, los empecé a buscar donde creí que los había dejado, automáticamente, empecé a hacer el recorrido en el lugar que los abandone, pero sin ningún resultado favorable de encontrarlos.

Opte por regrese al lugar donde partimos, en el área del parqueo. Espere un momentito, pero luego decidí entrarle al recorrido por el cual el lugar es tan famoso, asumiendo que el grupo iba enfrente de mí.

Lo único que habíamos comido, son las golosinas que se compran en las gasolineras. Tenía un contenedor de agua de unas 24 onzas. Eso era todo. Siendo invitado por mi hermano, confiaba que él llevaba el resto de provisiones.

Ahora por nada del mundo me internaría en una aventura bajo esas condiciones. El lugar es desierto. No hay año, que la prensa no reporta, que alguien salió en helicóptero del área, por deshidratación. 
Otra de las recomendaciones, es que debe de haber un pre hidratación, antes del recorrido, y tomar entre 14 a 40 onzas de líquido por hora, mientras se está, en plena actividad. Entre más se suda, más líquido se deberá de ingerir.

Iba como cuando Dios nos manda al mundo, hablando en términos de ciclismo. No tenía la ropa adecuada, tampoco herramientas. Esta situación, crea un sentimiento de inseguridad, especialmente cuando uno se compara con los demás, y se da cuenta de lo bien armados que van. 
Sintiéndome atrasado, en el largo recorrido, empecé a acelerar. Una de las características del desierto, es que al carecer de humedad en la atmósfera, se puede ver a grandes distancias. Así, que mi meta era darle cacería al grupo que pensé que era el de mi hermano. El que elegí, y alcance, resulto que no eran ellos. Empecé a encontrar grupos de jóvenes dirigidos por un adulto, parejas, extranjeros, europeos, chinos, fotógrafos, sin volver a ver a mi hermano con sus amistades.

Lo otro que empezó a complicar mi situación, es que no hablaba ingles. Explicar mi triste realidad, era imposible. No tuve otra opción que seguir, bajando y escalando montañitas, poco a poco la esperanza de encontrarlos se fue diluyendo. 

Al rato, me empecé a desorientar. Me di cuenta que estaba dando vueltas en círculos. Al poner mayor atención, llegue al final del recorrido, no se podía ir mas allá, porque había un gran precipicio, y desde ahí se podía ver el Green River. Muchos estaban sentados maravillados contemplando aquel bello paisaje.

Ahí me anime a pedir un poco de agua. Los americanos, dentro de su cultura, les parecen muy raro que alguien les pida algo, porque la autosuficiencia es parte esencial de su forma de ser. Lo que comprendí, como respuesta, fue, que no podía darme, porque él había llevado suficiente para él.

Eso me ayudo a entender mi verdadera realidad. Tendría que salir de ahí, por mis propios medios, con mis propias uñas, sin esperar nada de nadie, y con mucho cuidado de no extraviarme, para no complicar las cosas.
Emprendí el regreso. Lo siguiente que encontré, fueron unos charcos en la cúspide de una montañita. No me anime a tomar de esa agua, pero si literalmente me bañe. No me importo la vista extraña de los demás. Empecé a hacer, lo que creía que era necesario para volver.

Ese chapuzón, me alcanzo para la próxima hora del esfuerzo. Pero para ese entonces, mi cuerpo empezó a dar señales de agotamiento. Empecé a ver lucecitas, y esto fue un mensaje, que estaba sufriendo de insolación. Opte por bajarme de la bicicleta, busque unos arbustos, y ahí me escondí del astro sol.

Saber qué cara tendría, para llamar la atención de un buen samaritano. Me pregunto si necesitaba ayuda. Yo le dije que sí, que necesitaba un poco de agua. Yo tampoco, tengo me dijo. Lo que tengo es una manzana. ¿La quieres? 

Me la comí despacio. El descanso, mas la energía de la manzana, me dio ánimos para continuar. A lo lejos, divise a alguien que estaba parando a todos los que llevábamos la misma ruta. Sin lugar a dudas, tendría que ser mi hermano. Tan solo ver su gesto de preocupación, a la distancia, llego otra corriente de energía, con la convicción, que de esta me había salvado.

Más tarde, me explico, que el grupo nunca empezó el recorrido largo. Se quedaron practicando en algún lugar que yo nunca me imagine. De todos ellos, solo yo me aventure a hacer el recorrido largo. El instructor le pidió a mi hermano que me preguntara si quería quedarme, para el otro día, para acompañarlo a hacer la misma aventura. Mañana, no, fue mi respuesta, porque tengo que ir a la capilla. (La excusa mas dulce que pude encontrar.. )
Asi, empezó de nuevo, este deporte en mi vida. Otra etapa, nuevas aventuras, nuevas conquistas, nuevos desafíos.