Ciclismo - Mis mejores aventuras

 

Utah Lake

Escrito & Ilustrado por Billy A. Rodríguez | Fecha: Marzo 2005 |

"Había empezado el recorrido a las nueve de la mañana, eran las seis de la tarde, y estaba a 38 millas de pedir auxilio. (Unos 60 kilómetros). Que tragedia.".
Billy A. Rodríguez

 

Image 01"El cuerpo aguanta más que la mente". Miguel Induraín

Una tarde, mientras entrenaba, un ex misionero, como de unos 22 años me alcanzo.  Muy social, el chico, (característica de alguien que sirvió por dos años). 

Yo tratando de permanecer en mi mundo, y el acostumbrado a tener compañía. Platicamos de varias cosas, me pregunto por mi nombre, y también por mi edad. Me relato la forma en que había adquirido su bicicleta, era invierno, y se las ingeniaba poniéndose unos calcetines sobre los zapatos.  “Ojala que a su edad yo siga disfrutando de este deporte”, me dijo. 

Image 01Luego, acostumbrado a predicar, me invito para darle la vuelta al Utah Lake.  Son 100 millas me expreso.

Luego que llegamos al centro de la ciudad, yo tome, para el sur, y el regreso para el norte.  Jamás lo volví a ver, pero me dejo con la espinita, de rodear el Utah Lake.

A los años volví a saber de él, cuando mi hijo se presento en su nuevo Barrio de la Iglesia.  Con el nombre de mi hijo, nos relaciono.  Le conto la experiencia. Y le pregunto.. “¿Es, acaso el tu papa?”

La oportunidad para lanzarme para hacer su sugerencia, llego un 12 de marzo.

Image 01Según yo, tenía todo listo. Me despedí de Billyto, dándole las instrucciones de mi locura. El estaba desvelado, y también un poco irritado. Tal vez por eso no estaba receptivo, o yo no pude expresarme. De cualquier manera, mi deficiencia en la comunicación más tarde la pague con altos intereses.

Me equivoque en el trayecto hasta Santaquin. Tome la ruta más larga incluyendo pendientes.  Ahora sé cómo evitar este segmento feo. Me abasteci por ultima vez en este lugar.  En las próximas 50 millas no encontraría nada. De las cuatro botellas de agua, llene tres, la otra le puse galletas y otras cosas, error de cálculo por la distancia que me hacía falta.

Image 01Empecé a internarme en lo desconocido, aparecieron terrenos recién trabajados, con su tradicional olor a estiércol.

Ahí empecé a animarme de nuevo, por estar en el campo con actividades distintas que lo distraen por completo. Había un potrero, y dentro del, había una mujer vaquera dándole ordenes a un jinete. El jovencito, estaba aprendiendo a arrear búfalos.

Por un instante quise abrir la boca, pero mejor decidí seguir, porque ni mi nariz, ni mis zapatos estuvieron de acuerdo en permanecer un segundo ahí.

 

Image 01Al fin de las cansadas, llegue a un poblado, solo para que me indicaran, que el entronque para darle la vuelta al lago estaba cuatro millas más arriba.

Cuando llegue al entronque, tal vez serian ya las seis de la tarde. Me alegre de verlo, pero cuando leí el letrero, decía. 38 millas a Lehi. Velocidad máxima 55. Pensé, "de seguro que lo segundo será lo único que podre respetar..  :)

Había empezado el recorrido a las nueve de la mañana, eran las seis de la tarde, y estaba a 38 millas de pedir auxilio. (Unos 60 kilómetros). Que tragedia.

Me di un descanso obligatorio, una pierna empezó a dar signos de cansancio, y a ellas, hay que ponerles la atención del mundo. 

Image 01Supe la razón de su dolor, estaba súper deshidratado. Aproveche para ponerme la ropa de invierno, tenía una botella y media de Gatorade, estaba en medio de la nada, me la tomaría para salir de ahí, y si hacía falta, sufriría solamente al final.

Son eternas esas millas, en bicicleta son laaaargas.. Quizás porque el viento estaba soplando en mi contra. Cuando llevaba la milla número 4 lo celebre. Me dije.. wow.. Billy llevas el 10% de lo que te falta… :)

 

 

Cuando llegue a la milla 6 me pare y empecé a pedir jalón. Era lo mejor, tendría que posponer mi aventura y reconocer que esta vez, me vería en la necesidad de claudicar.

Pero como resultado, nadie se apiado de mí. Opte por seguir, no podía darme el lujo de esperar más.  Para controlar un poco la ansiedad, deje de contar las millas, y ponerle más énfasis a lo que estaba haciendo. La última milla que celebre con luz fue la número once. De ahí para allá me sumergí en medio de la noche.

Al principio podía ver sin mucha dificultad. La uñita de la luna era suficiente. Luego aparecieron las luces de las ciudades reflejándose en el lago.  El paisaje fue espectacular.

Era una nueva experiencia,  nunca había estado tan de noche, ni tan lejos.  En lugar de acercarme a casa, más me alejaba. (En los detalles de mi preparación, jamás considere los accesorios para la obscuridad.  Solo la chumpa , tenia  franjas fosforescentes en los brazos, y en los zapatos).

Ya en la obscuridad, los demás sentidos se agudizaron, las pendientes, y las bajadas, formaron parte únicamente de convivir con ellas, además empezaron a verse los planetas y las estrellas. El único ruido, eran las llantas de la bicicleta.

Admirar el vasto cielo, automáticamente llega una reverencia para el Creador y lo invade a uno, un sentimiento de gratitud, por tanta magnificencia.

Lo interesante, es que mis pensamientos empezaron a ser contestados al instante.  Sin darme cuenta, había empezado una platicar con Dios.

Ahí, apartado, sin luz, sin ruidos, con el lago del lado, con el cielo estrellado, con las luces de la ciudad reflejándose, mientras avanzaba, me sentía acompañado por mi Creador. Era tan suave y delicada su compañía, que fue fácil sentirse en confianza, para preguntar lo que yo deseaba.

Le hice preguntas personales, le pregunte sobre mis desafíos, sobre mis hijos, mis hermanos, mis padres, y tantas cosas más. Y todas me fueron respondidas.

Esa noche cambio mi percepción por completo, sobre algunos tópicos que me habían dado vuelta en la cabeza, por algunos años.  La sabiduría, y la cortesía de un ser superior, que me busco, para hablar conmigo, jamás la podre olvidar.

Jesucristo acostumbraba apartarse,  por noches enteras, alejado de las ciudad, y de las personas, para estar con nuestro Dios.

Estoy seguro que si pudiéramos imitar mas, Dios nos hablaría, y nos orientaría.  Pero muchas veces somos incapaces de dejar la televisión, el ruido de las ciudades, el ruido de la luz, a las personas, para encontrarnos a solas con El.


Que cálida compañía, olvide todo, la distancia, el cansancio, el frio, el viento, y la ansiedad.

Image 01Cuando la ciudad me empezó a abrazar, la compañía del Señor, también se desvaneció.  Llegaron de nuevo las preocupaciones, mantenerme alejado del trafico. 

La noche estaba ya fría.  Sin agua, me comí el polvo de gatorede.  Un poco más, y pronto saldría del apuro.