Provo - Park City
Subí la bicicleta al tren. Ya se pueden imaginar, yo vestido de ciclista en medio de una convención. Me puse algo de ropa para no estar tan expuesto, me dieron el recibimiento, me dijeron, Hay suficiente comida, sírvete del buffet lo que quieras, también en la esquina hay cervecitas, si lo deseas.".
Billy A. Rodríguez
"Las locomotoras a vapor y los vagones del tren de Heber, han aparecido en muchas películas, videos, comerciales, en los últimos años.” Heber Valley Railroad.
Park City es una ciudad famosa. En ella, y en sus alrededores, se desarrollaron muchas de las competencias de las olimpiadas de invierno del 2002. Es quizás la ciudad más turística del estado de Utah. Mucho de todas partes, llegan para esquiar, u otros eventos internacionales, como el festival de Sundance.
Mi familia decidió pasar vacaciones ahí. Yo aproveche para subir en bicicleta. Salí de Provo como a las siete de la noche. Hay un dicho famoso para el estado de Utah, que dice”Oh las carreteras están pavimentadas de nieve para el invierno, o en construcción para el verano”.
Cuando llegue a las inmediaciones del Vivian Park, el Tren turístico de Heber estaba ahí. Pensé por un momento, este pude ser mi salvación, si les pido jalón, y salir del Canyon de Provo en construcción, ya la hice, porque podre proseguir mi camino normalmente, sin exponerme en este tramo. Nada pierdo con preguntar, me dije. El maquinista me explico: traigo un evento privado, es una convención de ingenieros que trabajan en las carreteras. Déjame preguntarles, y si ellos acceden, eres bienvenido. Me empecé a sentir un poco incomodo, la solicitud iba más allá de lo normal, así que espere, ya me había metido en la boca del león. El ingeniero coordinador la convención, aprobó. (Quizás porque estaban un poquito pasados con sus traguitos.. )
Subí la bicicleta el tren. Ya se pueden imaginar, yo vestido de ciclista en medio de una convención. Me puse algo de ropa para no estar tan expuesto, me dieron el recibimiento, me dijeron, Hay suficiente comida, sírvete del buffet lo que quieras, también en la esquina hay cervecitas, se lo deseas.
Había algunos ingenieros e ingenieras algo borrachos. Algunos empezaron a entrevistarme, a preguntarme de todo, cosa que a nadie le gusta, pero estaba ahí, había que interactuar con todos.
Ah la tripulación la sentí un poco nerviosa. Aun estaba vivo el ataque de las torres gemelas, y estaban preocupados por tener a a una persona con su bicicleta y su mochila.
En medio del camino, el maquinista prudentemente vino a indagarme. Le dije, voy para Park City, parte de mi familia está de vacaciones allá, voy a juntarme con ellos. Luego dijo, como maquinista responsable de este tren no te puedo dejar ir para Park City de noche. Debes de buscar alojamiento en Heber y seguir mañana temprano. La otra alternativa, es que me esperes, yo subiré más noche para Park City porque allá vivo yo.. (En carro podría haber subido yo también pensé)
En estas circunstancias, uno debe de ser prudente, no le dije ni sí ni no, pero si la pensé. Yo me bajo de tu tren y tú no puedes decirme que tengo que hacer, pero si ahorita te contradigo, cuando lleguemos a Heber, habrá un policía esperándome para saber más de mí, y asegurarme que me quede en algún hotel.
Empecé a interactuar con la convención, me serví la cena, tome toda la limonada que pude, llene mis contenedores de agua con limonada, y cuando el tren paro, yo estaba listo para seguir. El tren se detuvo, busque la salida de la estación, la salida del pueblito, para ponerme de nuevo en la carretera.
Para ese entonces, ya estaba obscuro. Junto con la noche llego un clima refrescante. Había dejado atrás Heber, aunque la preocupación del incidente con el maquinista, se me cruzaba por la mente.
Llegue hasta el punto que hay que escalar. Aquí es donde él le dijo a ella, pensé. Es una de las subidas más intimidantes. No solo para mí. Para los grandes tráileres, para los autos viejitos.
Tal vez había escalado unos dos kilómetros, cuando me encontré el primer auto parado por recalentamiento. Eran unos latinos. Les empecé a hacer bromas, les dije que quisiera ayudarlos, pero que no podía porque me podía enfriar. Que estaba en peores condiciones que ellos. Se rieron, me desearon una feliz noche, y poco a poco deje escuchar sus voces..
Esta cuesta ya la conocía. En otra oportunidad pague caro el precio por mi falta de experiencia. Había salido de Provo bajo un caluroso día, pero pase por alto que las montañas, especialmente las de Park City el clima puede cambiar bruscamente. En aquella oportunidad venia con ropa de verano de Provo, para encontrar un frió penetrante con nieve en la cima de las montañas. No podía seguir, ni regresar. De pura suerte Víctor mi hermano con su familia pasaron por ahí, convirtiéndose en mis salvadores.
En esta oportunidad, la preparación había sido minuciosa, traía todo tipo de ropa para enfrentar cualquier desafío. Que alegre, el clima estaba perfecto. Escalando de noche, con las estrellas por todos lados. Que experiencia tan sublime.
La cuesta de Heber a Park City
La subida, hizo que me olvidara del maquinista y de cualquier otra persona en el universo. Cuando estaba alcanzando la cima del recorrido, de repente, un auto se paro enfrente de mí. Pensé, no puede ser que alguien te conozca a estas horas, y por aquí.. Billy Rodríguez. A la una de la mañana y en medio de la nada, imposible.
Luego que el auto paro, salió alguien que lo reconocí, era el maquinista. Mucho más relajado, sin su ropa especial, se miraba otra persona. Los gringos no suelen ser muy expresivos, sin embargo, el me dio un fuerte abrazo, me dijo, "lograste lo más difícil, que Dios te bendiga". Se subió a su auto de nuevo, y desapareció, dejándome ahí, otra ves solo en mi aventura.. ( No deje de extrañar la comodidad de los autos, y el cariño humano de las personas.)
Después de este incidente, me quedaba mucho por recorrer. Unas 15 millas , o unos 25 kilómetros.
Me arrope mejor contra el viento, baje hasta el punto donde se pueden tomar calles aleatorias a la carretera, empecé a transitar por vecindarios. A través de de ellos debería de alcanzar la carretera 80, para luego bajar paralelamente, hasta llegar al Jeremy Ranch, mi destino.
La noche seguía tranquila, la bicicleta portándose bien con las demandas. Se puso un poquito aburrido el asunto, pero al fin llegue a mi destino.
Desperté a Stephan y a Rufinito. Para mas fregar me dieron la cama que estaba en el nivel más alto del condominio. Subir las gradas fue un verdadero sufrimiento.
Al otro día, Rufino nos dio una cátedra de tenis. Yo aun caminando como caminan las que acaban dar a luz..
Un recorrido de 56 millas/93 kilómetros, escalando 3458 pies.




