Me imagino que después de ver un partido de Basketball de Comercio en el Gimnasio estaba esperando bus en la doce avenida, enfrente de las canchas para ir a la casa.
Ya todos venían llenos. Espere como 40 minutos, y don desesperado tomo la decisión de mejor caminar.
Caminar por la 27 calle estaba muy lejos, así que sin pensarlo dos veces me dije me voy a atravesar la limonada.
Tiene tan mala fama, que hay dichos sobre este lugar. Uno de ellos es que el que entra ahí, ya no sale.
No fue difícil entrar al corazón de este lugar. Baje por el puente cerca del establecimiento de Educación Física. Lo que encontré fue riachuelos y posas, rodeadas de arena y piedras. Empece a caminar por ese afamado lugar sin tener una conciencia real de lo que estaba haciendo.
La realidad creo que me llego cuando estaba a mitad de camino. Mis pasos empezaron a ser como que si tuviera zapatos de plomo, pero ya estaba ahí, regresar hubiera causado sospechas, y quizás hubiera sido el final de mis días.
Del lado izquierdo se veían las champas, habían niños muy pobres jugando, y opte por no detenerme y ver solo para enfrente. Claro que de ves en cuando me entraba la ansiedad para voltear a ver, pero debería de pasar lo mas desapercibido que pudiera.
Al fin alcance el otro lado, pase entre las champas, y empezaron a aparecer calles de tierra y casas humildes, pero mejor construidas. Debería de subir por en medio de sus callecitas, al fin encontré unas gradas, y al fin salí a la 34 avenida, muy cerca por donde vivía Roberto Moncada.
Yo no creo haberle contado a nadie esta verdadera imprudencia. El lugar desde tiempos remotos tenia la fama de ser el numero uno en peligro de la ciudad capital de Guatemala, aunque ahora al parecer hay otros lugares mas violentos..
