Escuela Nacional Central de Ciencias Comerciales
Este 18 de diciembre, mis ex compañeros se juntaran. Somos de la promoción 1973-1975 de la sección “A”. Y estos son algunos pensamientos de mi estancia ahí.

Este 18 de diciembre, mis ex compañeros se juntaran. Somos de la promoción 1973-1975 de la sección “A”. Y estos son algunos pensamientos de mi estancia ahí.
Como fuimosAsi estamosChicago
Chicago
| ComercioLos adultos solteros del barrio, planearon ir a la “Laguna de Calderas” en un fin de semana. Saldrían del Barrio 5 a las 6 de la tarde. (La Laguna de Calderas queda al pie del Volcán de Pacaya). Yo saldría de estudiar de Comercio, a las 6 de la tarde, debería de hacer un esfuerzo para poder llegar, aun con un riesgo de no poder estar a tiempo. Pero las cosas se me complicaron por algunos malos entendidos. Alguien le dijo a mi novia que pusiera atención, porque Roció me habia saludado por la radio y que me había dedicado una canción. Y que era probable que yo me iria con ella, y que era cuento lo de la actividad. Así, que para tranquilizarla, la acompañe hasta su casa. Y luego la opción lógica, sería irme a mi casa para pasar un fin de semana aburrido, porque todos mis hermanos andarían gozando de la vida en la “Laguna de Calderas”. Cambio de planesPero ya en el camino de regreso para la casa, opte para ir al Trébol, y luego de ahí, tomar la primera camioneta para Escuintla, y que me dejara en el entronque cerca de Palín para intentar unirme a mis hermanos, con el grupo de la Iglesia. (por lo menos, tres horas de retraso). La decisión fue sumamente arriesgada, porque no habría posibilidad de retorno por lo difícil de encontrar trasporte de regreso a altaras horas de la noche. Cuando empecé a caminar en medio de la obscuridad vino la reflexión y una conciencia de la verdadera realidad. El hecho de ya no poder regresar empieza a preocupar. La única opción que me quedaba era empezar a caminar siguiéndoles la pista a mis hermanos. (14 kilómetros, según el Google Earth) Mi oportunidad de un jalón llegoCuando estaba caminando, paso un camioncito. Le pedí jalón, pero como estaba muy obscuro, no me pararon. Ahí si me lamente que alguien no fuera un buen samaritano. No había otra alternativa, que seguir caminando mientras daba oído al ruido del motor del camión, y su correspondiente esfuerzo para subir. Lo hacía en zigzag porque pasaron unos 10 minutos y el ruido lo seguía escuchando. De repente paro. Escuche las voces de júbilo de un grupo. Y luego el camioncito continúo su rumbo. Llego el desanimo
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